Diplomacia, dinastía y confesión: La guerra de los Treinta Años y el nacimiento de la política exterior en la Europa moderna.
Abstract
La diplomacia constituyó uno de los pilares sobre los que se construyó la idea del Estado
moderno. El monopolio de la acción exterior de un territorio acompañaba a otros monopolios como
el ejercicio de la violencia (ejército y policía), la justicia, las leyes y la fiscalidad. Hegel estableció
en la construcción del Estado la línea argumental del desarrollo del progreso humano, siendo
aceptado este argumento por las diversas escuelas historiográficas del siglo XX hasta la crisis
de la historia política a mediados de dicho siglo. Esta crítica ya no sitúa en el Renacimiento el
nacimiento de la diplomacia moderna y las relaciones internacionales propiamente dichas, sino en
las transformaciones operadas en Europa entre 1618 y 1670, durante la larga cadena de guerras
conocida como guerra de los Treinta Años, que comenzó en un mundo dominado por la cristiandad
como marco normativo y concluyó con la secularización de la política, abriendo las puertas a nuevas
concepciones de la soberanía, la diplomacia y las relaciones internacionales.